Un camino de flores inunda el camino a la entrada de tu casa. Me llena de vida y de luz, me arranca una sonrisa al entrar. Llegué a tu puerta y me propuse tocar. En eso veo auna niñita asomada a la ventana que me observa como si fuera un raro espécimen de una raza diferente a la suya. La miré y le sonreí y huyó como si hubiera visto a un fantasma; sentí ternura y recordé cuando yo observaba a la gente de modo raro y distinto como si fueran cosas raras que se movían y lucían igual a mi. Volví a erguirme y toqué el timbre y ahí estabas, llena de luz como siempre lo hacías al verme sonreíste y me diste un beso, me invitaste a entrar.
Fuimos derecho a la cocina y nuevamente veo desde a ventana del jardín a tu hermanita observandome como quien ve algo que le aterra. Te pregunté su nombre y contestaste "Catalina". La llamé gustoso, y se acercó a mi poco a poco. Empecé a decirle lo linda que era, lo mucho que a su hermosa hermana se parecía mientras veía que sirviéndome jugo, ella se ruborizaba mas que nunca. Le hice unas cosquillas a la chiquita y se fue corriendo con la madre.
Otra vez solos con ella, me dio el vaso de jugo que usualmente me servía y empezamos a charlar. Sentía que le llenaba de gusto hablar conmigo y conversar. Contábamos chistes, anécdotas, vacaciones, sueños, aventuras, recetas de cocina, proyectos, ideas, pavadas, canciones, cualquier cosa que nos haga disfrutar el momento y pasarla bien juntos.
Fuimos a su habitación; era extrañamente hermosa. Todo combinaba con el color azul; su alfombra, los cuadros, las cortinas, el acolchado de la cama, incluso la pared. Llena de peluches que colmaban la habitación, con una televisión enorme y una cámara de fotos también ahí; un escritorio con una computadora y los libros del colegio al lado y ella interrumpió mi análisis de su hermosa habitación.
Me tomó de las manos y me sentó en su cama. Las cortinas bailaban al ritmo del viento y de mi corazón. Me dijo que me quería más de lo usual, que era muy especial para ella. Y mi corazón latió muy fuerte. Era el momento de decir algo y mis palabras no podían organizarse en mi mente, en mi boca, en mi corazón. Tome con decisión y cariño sus mejillas y le dije todo lo que sentía por ella mientras observaba que sus ojos se desviaban a mi boca. Y el silencio invadió la habitación. Y ese beso sucedió.
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